Me encanta conversar con las jóvenes, el otro día una me comentaba lo difícil que es llevarse bien con su mamá.
Me decía:
- Mi mamá me hecha la culpa de todo lo que a ella le pasa, si se le baja la llanta del carro, si se le olvidan los lentes, yo tengo la culpa de todo, mi hermana menor le pide ayuda para hacer las tareas y ella me manda a mí, me pide que le ayude a hacer las cosas de la casa y luego ya casi a las siete de la noche me desocupo de todo y es obvio que termino las tareas cerca de la medianoche y por eso cuando voy en el expreso lo que quiero es dormir-
Había cosas que era evidente la mamá las estaba manejando inapropiadamente, pero eso era para hablarlo con ella. A mí me interesaba en ese momente hacerle ver a la chica lo mal de su comportamiento y es que producto de estas continuas “ampollas familiares” ella mostraba mala cara a la mamá y el ambiente se volvía tenso en casa.
La chica reconoció las cosas que ella estaba haciendo mal y que por ende debía pedir perdón por sus actitudes pero el hecho concreto de decirle a la mamá perdón, la enronchaba.
Al conversar del por qué de esta actitud me comentó:
-“ Otras veces, le he pedido perdón, y realmente me he sentido mal por lo que he hecho pero mi madre me dice que no sea hipócrita que pedir perdón no es suficiente si yo no cambio”-
Charlamos sobre la parte de verdad de lo que le decía su madre, el perdón sólo no basta, es necesario RECTIFICAR. Y la animé a pedirle perdón a su mamá y a rectificar cada día.
Pero luego que se fue, me quedé pensando en la actiud de las madres y padres de familia, incluso en mi actitud frente a mis hijos:
q Qué duros que somos los padres, nos endurecemos en lo que no debemos y flaqueamos en lo importante, somos intolerantes.
q Los culpamos de nuestros errores, signo de inmadurez de nuestra parte.
q Mandamos a nuestros hijos a hacer varias cosas al mismo tiempo, nos atolondramos y los atolondramos, bástale a cada día su propio afán, que hagan una cosa, luego otra, poco a poco, para que cumplan bien con cada tarea encomendada. Nos falta sentido común.
q Elogiar el esfuerzo, no son adultos para que lo hagan exactamente como nosotros, disculpar sus torpezas en la realización de un trabajo, somos incomprensivos.
Pero pidamos perdón a nuestro Padre y RECTIFIQUEMOS con amor, amemos hasta que duela, solo así curaremos las “ampollas familiares”.
Saludos,
Rocío Vargas de Herrera
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